DE LOGROS Y NADA MÁS.

 Antier lloré.

Antier lloré de felicidad.

Antier el doctor reviso cuidadosamente 

mi cuerpo y no dolió.

Parece que las heridas han cicatrizado;

Ya no duelen y los puntos se pueden retirar. 

Ayer retiraron las puntadas y no dolió. 

¿No dolió? 

No hubo enfermeras corriendo a limpiar el desastre 

ni personas mirando con pena desde el pasillo.

Hoy me revisé el cuerpo y se encuentra bien; pero como persona 

acostumbrada a la herida llore.

Llore y recordé aquellos nudos en el estómago que me dejaron en el piso.

Y recordé los tentáculos que casi me asfixian, 

que casi me matan.

Y recordé a los padres que toman sus maletas y se van sin dejar un recado en el buzón. 

Recordé todas y cada una de las marquitas y cicatrices de este cuerpo y no dolió.

Ayer fui al doctor. 

Me retiré las puntadas y no sangre.

Y caminé algunos pasos sin derramar la taza de café hirviendo entre mis manos. 

Y si me preguntan, 

esos son demasiados logros en una sola tarde.

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