#23


Y aunque hablaba de ti desde la calma me entristecía el no escuchar de ti, así que te puse ahí, en el rincón más silencioso de esta casa.  
Te coloqué en una cajita de madera, con los sueños y los recortes de mis sueños a medio cumplir, tus pláticas eternas y nuestras risas ebrias de aquel domingo del que yo recuerdo todo y tú no recuerdas ni el desayuno.
Coloqué el último te extraño no respondido, la última canción dedicada y las últimas lágrimas gastadas en tu ausencia.
Y es que cariño, yo te puedo amar tanto, te puedo necesitar tanto, pero necesito energía y paz, así que incendie nuestra casa, derrumbe el puente y con la maleta vacía me dispuse a hablar de ti desde el silencio, desde tú nada, desde el olvido obligado hasta que se me borre del pecho el espacio que ocupaba tu cabeza recostada sobre mis brazos cansados.

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