SIN SER VERBO O ESTADO
Lo cierto es que ya me había marchado.
Me había marchado desde hace tanto que no habías querido darte cuenta.
Te quedaste con la sombra de un cuerpo que ya no se reflejaba con el sol.
Te quedaste ahí, entre la salida de emergencia y el botón del elevador.
Te quedaste tú creyendo que era yo el que no terminaba de irme, aunque fueras tú la que releía las cartas y
llamaba al número que sabías
ya estaba perdido.
Te quedaste con mis recuerdos en el sótano al no tener el valor de incendiarlos
te quedaste y me hiciste permanecer sin ser verbo o estado.
Sin cuerpo y alma remendabas algo que a la par rompías,
eras tú la que no dejaba de nombrar a mi ausencia en el espejo y era yo,
el que ya no estaba.
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